Beowulf y otros poemas épicos antiguo germánicos
Texto original y traducción, prólogo y notas de Luis Lerate
(Seix Barral, 1974)
Fragmento de la “Introducción”:
(…) Toda la poesía antiguo germánica, ya sea épica o no, está compuesta en el llamado “verso aliterado germánico”. Se trata de un verso anisosilábico partido en dos mitades que tiene cada una dos sílabas fuertemente acentuadas; la tercera de estas sílabas alitera con las dos anteriores o con una cualquiera de ellas. Para satisfacer las exigencias de este constante recurso se dispone de un amplio vocabulario poético en el que abundan los sinónimos con distintas letras iniciales. Como un cierto tipo de sinónimo podemos considerar igualmente elkenning, una paráfrasis metafórica según la cual “el mar” se convierte en “la senda del cisne” o “el reino del viento”; “la batalla” en “la danza de las espadas”, “el choque de escudos” o alguna otra cosa semejante. Es propio también de esta poesía el gusto por la variatio o repetición de un mismo concepto mediante nuevas palabras.
El Beowulf es el más antiguo de los poemas épicos de cierta extensión que nos ha legado el mundo germánico. No es extraño por ello que en los manuales de literatura de la mitad norte de Europa reciba el mismo trato de honor que en los de la Romania se les da a la Chanson de Roland o al Poema del Cid, a los que efectivamente se suma con pleno derecho como una de las grandes epopeyas occidentales. También, si fuera necesario, podríamos considerarlo una epopeya nacional, pero en este caso, aunque fue escrito en Inglaterra y en la lengua que llamamos anglosajón o antiguo inglés, sería más exacto entenderlo como una epopeya de la antigua nación germánica, en su conjunto, que de la posterior inglesa, pues en este contexto cultural más amplio obligan a situarlo su tema, su espíritu y su forma.
La fecha de composición del Beowulf ha sido cuestión muy debatida, pero hoy se estima generalmente, aunque quedan voces disconformes, que fue redactado en la primera mitad del siglo VIII. Todavía por entonces los descendientes de aquellos jutos, anglos y sajones que habían incorporado la isla a la Germania al asentarse en ella a lo largo del siglo V debían considerarse simplemente como germanos, no aún como ingleses. Sólo así puede explicarse el que el poema n necesite hacer la más mínima referencia ni a Inglaterra ni a ninguno de sus héroes locales; su autor considera aún suficientemente nacional, o dicho de otro modo, interesante un asunto que es de principio a fin escandinavo.
La acción del poema se desarrolla en los siglos V y VI. Es poco lo que sabemos de las circunstancias escandinavas en época tan remota, pero buena parte de este poco se apoya precisamente en los datos que suministra el Beowulf. Y es que así como la figura del héroe mismo parece ser simple fruto de la fantasía (prácticamente todo lo que se cuenta de él tiene un carácter fabuloso), el trasfondo histórico de que se le dota muestra un alto grado de verosimilitud, pues concuerda grandemente, a veces incluso en detalles, con lo que indican tanto la arqueología como las demás fuentes escritas posteriores. Desde este punto de vista hay, por lo tanto, en el poema dos niveles distintos claramente diferenciables: el de la “acción principal”, que da cabida a lo prodigioso, y el que le sirve a ésta de base y encuadre, constituido con toda probabilidad por relatos de tipo cronístico.
El poema refiere las hazañas de Beowulf, héroe del pueblo de los gautas (o wedras), en dos momentos de su vida. En su juventud hace una visita de tres días de duración al “Hérot”, el palacio del rey danés (o skildingo) Ródgar, y allá mata primero a Gréndel, que ha estado acosando a los daneses durante doce años, y luego a la madre de éste. Se trata de dos monstruos de características no bien definidas, pues en esto, como en todo, el poema se contradice frecuentemente; descienden de Caín, habitan las profundidades de un lago, tienen aspecto más o menos humano y son enemigos de Dios (a veces se les nombra con epítetos propios de demonios). Más tarde Beowulf llega a ser rey de los gautas y, cuando ya ha ocupado su trono durante cincuenta años, tiene que enfrentarse con un dragón que comienza a asolar su reino. El dragón, guardián de un viejo tesoro, no es presentado sin embargo como un ser infernal, aunque resulta ser peor enemigo que los anteriores. En la lucha mueren ambos.
(…) Aparte del Beowulf, todo lo que nos queda de la antigua épica anglosajona son el fragmento del Cantar de Fin, los dos fragmentos del Wáldere y dos poemas cortos, el Lamento de Déor y el Wídsid. Los incluimos en este volumen, como también los 68 versos del Cantar de Híldbrand, único testimonio de la poesía heroica antiguo alto alemana, que viene así a recoger toda la épica antiguo germánica conservada, a excepción del la compuesta en Escandinavia.