by Borruen |
Alfheim es uno de los Nueve Mundos de la mitología nórdica, cuyo nombre ha ido variando con el curso de los siglos. En las baladas británicas aparece indistintamente bajo los nombres Elfhame, Elphame, Elfame, Elfland, Elfinland y Elvenland. Éste es el hogar de los Elfos de la luz, y su rey es nada menos que el poderoso dios Frey.
Saliendo un poco de la majestuosa mitología nórdica, los pueblos de la actual Gran Bretaña también aludieron al Alfheim bajo diferentes formas, una de ellas ha sido celebrada exquisitamente por Lord Dunsany en su novela La hija del rey del país de los elfos (The King of Elfland's Daughter). En una balada de Thomas Learmonth (1220-1298) una mujer-elfo describe sus orígenes en el Alfheim: No soy la Reina del Cielo, Thomas, Tal título no me pertenece, Yo soy la reina de la bella Elphame, Venida de allí para encantar con mis danzas. Un caso extraño es el de Allison Peirson, quien fue quemada por la Santa Inquisición en 1588 al confesar que era, de hecho, una Reina Élfica, título que la habilitaba a elaborar pociones mágicas, filtros amorosos y otros ungüentos condenados por la Iglesia. Otro hecho insólito de castigo a personas que creían en la existencia de los elfos se produjo el 8 de noviembre de 1576. Una mujer escocesa llamada Bessie Dunlop fue acusada de brujería al declarar que recibió recetas mágicas de un tal Thomas Reid, un oficial muerto que, se creyó, vivía en las fronteras mágicas del Elfhame; acusación que finalmente la llevó a la hoguera.
¿En qué pensaban los nórdicos cuando oían la palabra Alfheim? Es difícil saberlo. Algunos suponen un vasto reino luminoso flotando en medio del mar, inaccesible a los mortales, pero cuyas puertas se abren al hombre en ocasiones extraordinarias, revelando el saber y la música de una raza antiquísima, de una belleza que excede las ásperas formas del mundo antiguo, y en virtud de la cual sólo cabía imaginarla en uno de los Nueve Mundos que rodean al nuestro.
Fuente: Lord Aelfwine/Espejo Mágico