El bacalao evitó que los vikingos sufrieran de raquitismo a causa de la poca luz solar que recibían.
Hueso de bacalao encontrado entre el barro de los muelles portuarios de la antigua ciudad danesa de Hedeby (actualmente en territorio alemán). Tras los pertinentes análisis de ADN, se ha fechado entre el 800 y el 1000, encontrando que, genéticamente, es similar al bacalao de las islas Lofoten.
Actualmente se sigue secando el bacalao en grandes tendederos en el archipiélago de Lofoten, dejándolos expuestos al aire frío. Toda aquella pesca acumulada servía de alimento para los navegantes de verano, creando posiblemente una ruta comercial desde las Lofoten hacia cualquier mercado vikingo.