Al igual que los yihadistas del siglo XXI, el berserker creía que entregando la vida en el campo de batalla tenía garantizadas la gloria suprema y recompensas en el Valhalla, paraíso de ultratumba para los guerreros. Armados con largas hachas y espadas de doble filo, su fanatismo los convirtió en una visión aterradora para sus enemigos.
Ninguna historia ilustra mejor el espíritu de los vikingos berserker que la batalla de Stamford Bridge en 1066. La extraordinaria actuación de un guerrero gigante frente al gran ejército anglosajón del rey Harold Godwinson les ha proporcionado un lugar en la Historia como la más formidable de todas las unidades especiales de la antigüedad.