El nombre se lo dieron en honor al rey danés Harald Dienteazul (Blatand, Bluetooth), que fue reconocido por su capacidad de ayudar a la gente a comunicarse y unió Dinamarca y parte de Noruega, de forma similar a cómo la tecnología con su apodo ha unido los mundos de los ordenadores, las telecomunicaciones y otros dispositivos. El símbolo de esta tecnología es la unión de las runas Hagall y Berkana (H y B), iniciales del rey.
Una moderna piedra rúnica fue erigida en su honor en las oficinas centrales de la compañía Ericsson, en Lund (Suecia), tomando como modelo la piedra de Jelling, erigida a su vez por el propio Harald Dienteazul, en la que puede verse al rey con un portátil y un móvil en las manos, rodeado de un texto rúnico (en sueco).
La invención del Bluetooth le fue reconocida en los años 90 al ingeniero Jaap Haartsen, fabricante sueco de teléfonos móviles Ericsson. La empresa donó la tecnología, libre de derechos de autor, para crear así un gran mercado para el sustituto del cable.