lunes, 3 de agosto de 2009

Cena Vikinga en Catoira

Dentro de los festejos de la Romería Vikinga de Catoira 2009, se ha celebrado por primera vez una cena vikinga, bajo una carpa, en el recinto de las Torres de Oeste.

El menú era muy gallego: mejillones, pulpo, empanada y carnero. Por supuesto no faltaba viño da terra, con unas botellas de
Barbanza e Iria especiales para la Romería de este año con el apropiado nombre de Normandiño.

Se requería a los asistentes acudir vestidos con atuendos de época. Así se pudo ver vikingos, monjes, templarios, aldeanos medievales y algunos personajes que parecían salidos directamente de un videojuego. No faltó un buen grupo de gaitas y tambores para amerizar la velada.

Tras la cena, otra novedad que, sin duda, se repetirá en años sucesivos: la Ceremonia de Paz. Consistía en dos partes. En la primera, algunos participantes suben a uno de los drakkars fondeados en la ría; tras dar una vuelta a la pequeña isla con antorchas encendidas se acercan poco a poco al embarcadero en son de paz. Allí esperan en resto de participantes, también con antorchas, dando la bienvenida. Todos juntos se dirigen al escenario de las Torres, donde las noches anteriores se ha representado la obra El anillo de Balder. Allí ya está preparada una meiga delante de un recipiente de queimada. Rodeada de algunos de los "visitantes" comienza a recitar el conxuro, en una excepcional interpretación, desde el susurro hasta el grito, mientras el fuego lentamente producía la alquimia de transformar los componentes en una nueva bebida.

Resumiendo, como viene siendo tradicional en Catoira, tenemos aquí un ejemplo más de algo que podemos llamar "mirando hacia atrás sin ira". Si antaño los vikingos fueron sanguinarios enemigos -merecedores de un, por otro lado comprensible, odio-, ahora todo aquello queda transformado en fiesta, en acto lúdico, con hermanamiento de ciudades (en este caso, con la danesa Frederikssund) y con una ceremonia simbólica como esta, donde los forasteros que llegan en el drakkar son amigos con los que se puede compartir una reconfortante queimada que los vikingos auténticos encontrarían aun mejor que su buena hidromiel.

Enhorabuena a los organizadores.


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