martes, 18 de agosto de 2015

Cuento vikingo: La chaqueta mágica de Thorstein


La chaqueta mágica. La leyenda de Thorstein, el vikingo. 

Cuento popular de la tradición escandinava.

Vikingos, gnomos y gigantes.

Érase una vez un guerrero llamado Thorstein, tan alto y tan fuerte que podía levantar un tronco de árbol con un solo dedo.
Como tenía muchas ganas de viajar, un día echó al agua su barco rojo que tenía una cabeza de dragón esculpida en la proa y con dos golpes de remo llegó a mar abierto.
El viento que no dormía le echó una mano y le infló las velas, llevándole así cada vez más y más lejos… hasta que un día Thorstein desembarcó en una playa pedregosa, y sobre una roca vio a un gnomo que chillaba con la boca abierta como un horno y lloraba lágrimas que le corrían por la barba como si fueran ríos.
-¿Qué te ha pasado gnomo?-, preguntó el guerrero.
El gnomo, señalando un puntito del cielo, dijo:
-¡Un águila ha secuestrado a mi hermano y se ha ido volando con él entre sus garras!
Entonces Thorstein tomó su arco y una flecha, apuntó justamente al corazón del águila y acertó al primer intento.
El pájaro cayó lentamente y, antes de que tocase el suelo, el guerrero agarró al pequeño gnomo y se lo devolvió a su hermano, que de pura alegría se tiraba de la barba y los bigotes y saltaba con un solo pie.
-Está vivo, está vivo.
-¿Cómo puedo darte las gracias?- preguntó el gnomo a Thorstein mirándolo desde abajo.
-No es nada, hombrecillo.
Respondió el guerrero mirándolo desde arriba.
-No se hable más.
-Pero quiero hacerte un regalo. Te lo mereces – dijo el gnomo, quitándose la chaqueta verde.
– Te sentará bien, estoy seguro.
Thorstein se echó a reír y dijo:
– Pero, ¿no ves lo pequeña que es?. Sólo me taparía la punta del dedo.
– Pruébala antes de hablar, insistió el gnomo, y el guerrero le hizo caso.
La chaqueta era mágica, y en cuanto se la puso le quedó genial.
Vamos, ni aunque se la hubieran hecho a su medida, le habría sentado tan bien.
El gnomo, todo contento, empezó a saltar alrededor de Thorstein aplaudiendo y diciendo:
¿Lo ves, lo ves?.
¡Una chaqueta así no se encuentra en todas partes!.
Cuando te la pongas, podrás nadar durante millas y millas sin cansarte, aunque tengas que llegar donde el mundo acaba y el cielo y el mar se encuentran.
Pero espera, aquí hay otra cosa que te gustará.
El gnomo sacó una piedra en forma de triángulo, blanca en el centro, roja por un lado y amarilla por el otro, y siguió diciendo:
-Si tocas la parte blanca empezará a nevar inmediatamente.
¡Se formará una auténtica ventisca!
Si quieres sol deberás tocar la parte amarilla, y cuando toques el lado rojo, del cielo caerán fuego y llamas.
Thorstein tomó la piedra, se despidió de los dos gnomos y tomó de nuevo su camino.
Había visto a lo lejos una montaña muy alta.
-¡Me encantaría escalar hasta la cima!.
¡Un tipo como él no estaba hecho para permanecer quieto!
Así que caminó y caminó, y no se dio cuenta de que el sol estaba a punto de ponerse y se subió a un árbol para pasar la noche.
Pero en ese momento llegaron tres gigantes que le tiraron al suelo como si fuera un pajarito en su nido, y lo llevaron ante su jefe, un rey con dos cabezas y un solo ojo en cada una, vestido con una capa hecha con pieles de cien osos.
-¿Qué sabes hacer?, le preguntó el rey, sentado en el inmenso salón de su castillo.
Ten cuidado con la respuesta que me das, porque si no me satisface, te comeré.
-No te conviene comerme. Soy un mago muy poderoso y harías bien en tenerme contento-, dijo Thorstein.
El rey gigante balanceó ambas cabeza y comenzó a reírse, y luego dijo:
-¡Entonces adelante, enséñame algunos trucos!
¡Pero ten cuidado, porque si no son buenos, te despedazaré!
Thorstein sacó la piedra y tocó la parte blanca.
Al instante una tempestad de nieve irrumpió en el salón del trono, cubriendo todo de copos.
-¡Basta, basta, basta, chilló el rey.
¡Lleváte este frío de aquí o te aplasto!
Thorstein rozó el lado amarillo y una luz cálida hizo desvanecer la nieve.
Pero los gigantes odian el sol, así que el rey gritó:
-¿Estás loco? ¿Estás loco?. ¡Apaga esta maldita luz o te quemo vivo!
Entonces Thorstein tocó el lado rojo y empezaron a llover llamas y fuego en el salón, y comenzó a arder como la leña seca.
Thorstein aprovechó el momento para huir, pero el rey de los gigantes le siguió y, a fuerza de correr y correr, llegaron hasta el mar y se tiraron al agua.
Thorstein nadó de un tirón hasta su país, y como tenía la chaqueta mágica del gnomo llegó sano y salvo sin cansarse.
En cambio, el gigante se cansó tanto que se fue al fondo del mar como una piedra y allí se lo comieron los peces.
Vídeo del Canal de Cuentacuentos de Beatriz Montero
dedicado a la promoción y animación a la lectura, y apoyo a la enseñanza.